Nadie discute las numerosas oportunidades que aporta el uso de un smartphone a la empresa. Si tuviéramos que resumirlas en dos, esas fortalezas serían: – Movilidad. El uso de esta herramienta permite la gestión directa desde cualquier lugar. La única condición que se pide es que el sitio cuente con una buena conexión de datos, imprescindible para poder usar las aplicaciones que contiene el terminal. – Inmediatez. Igualmente, se trata de un dispositivo que permite un conocimiento así como una respuesta instantánea con el considerable ahorro de tiempo y esfuerzo que supone no tener que desplazarse hasta el ordenador de sobremesa del despacho para atender las cuestiones que recibimos en nuestro puesto de trabajo. La eficiencia y la optimización de recursos y tiempo que se consigue es más que notable. Bien es cierto que, con los dispositivos smartphone, nosotros nos convertimos (para bien o para mal) en nuestro puesto de trabajo. Sería interesante abrir un detalle sobre cómo afecta esta medida a la necesaria conciliación entre vida familiar y laboral. Pero ese asunto, interesante sin duda, será motivo de debate para otra ocasión. El tema que nos ocupa es qué criterios o principios debiera tener en cuenta una empresa para calcular el ROI a la hora de adquirir una serie de smartphones. O, dicho de otro modo, cómo logramos que la adquisición de estos instumentos se convierta en una inversión y no en un gasto para la empresa. Esto último requiere una reflexión centrada en estos aspectos: – La actividad que desarrolla la empresa. Es decir, no tiene sentido la adquisición de estos aparatos para una organización que no trabaja en movilidad ni realiza un uso intensivo de aplicaciones «sobre el terreno». – Los objetivos que se persiguen con esta compra. En estos últimos años, España se ha convertido en el país de toda Europa donde más smartphones se comercializan siendo una sociedad que presenta un nivel de automatización medianamente avanzado. Es decir, estos estudios revelan que en nuestro país existe todavía una enorme querencia por la presencia más que por la utilidad. Un criterio que, tal vez, debíeramos tener bajo control a la hora de decidir cuáles son los equipos tecnológicos con los que dotarnos para llevar a cabo la actividad cotidiana de la empresa. – El nivel de formación y las habilidades que tienen nuestros empleados en el manejo de estos instrumentos. Otro factor que tampoco se suele tener muy en cuenta y que, posteriormente, ocasiona un doble y hasta un triple problema. Porque, entonces, o los equipos resultan tan excesivamente complejos que hay que devolverlos o, por el contrario, se decide invertir en formación con el consiguiente sobre-esfuerzo que esta decisión acarrea a los fondos de la empresa. – La Seguridad. Hemos mencionado antes las ventajas y oportunidades que, sin duda, la adquisición de smartphone aporta a la empresa. Sin embargo, los responsables de muchas empresas parecen no caer en la cuenta que la adquisición de este tipo de productos (insistimos más que justificable en muchos casos) va a suponer un riesgo en la medida en que la información de su compañía puede quedar al alcance de quien no queremos si, al menos, no se hace el esfuerzo de asesorarse antes bien e integrar estos equipos dentro del sistema de seguridad que impida la pérdida o, en su caso, el hurto de información vital para nuestra compañía. – Finalmente, el papel de las operadoras así como la necesidad de contar con un consultor especializado que te ayude a responder de forma adecuada a las verdaderas necesidades que tiene tu empresa en materia de tecnología y movilidad. La recomendación final sería, por lo tanto, la de evitar caer en la compra de smartphones por modas o, simplemente, pensando en un uso más personal que profesional. ¿Quiere conseguir más información al respecto? ¿Nos permite ayudarle? Infórmese sin compromiso: info@cistec.es Estaremos encantados de poder atenderle.]]>